martes, noviembre 13, 2007

Madrid, Madrid (parte 2)


- Perdoname, vos sos de aquí?
- No

Una señora mayor con las gafas en la punta de la nariz y de mirada cansada recibe la respuesta como un punto a favor, acercándoseme un tanto más y bajando un poco la voz.

- Decime, vos sabés de arquitectura?
- ... (momentos de duda) si (con poca convicción)
- Es que le estoy buscando un libro a mi hijo que es arquitecto, viste? Y no sé si me podrías orientar

En esos momentos ya me había hecho del penúltimo número de la 2G, dedicada íntegramente a la obra de Eduardo Arroyo y no dudé en mostrársela añadiendo:

- Si lo que busca es arquitectura española contemporánea, yo creo que éste es su mejor exponente.

La hojea con desprecio y luego me aclara que ella busca otra cosa, que su hijo lo que hace son remodelaciones de viviendas y cosas similares. Fin de la conversación.

Esto no tuvo lugar en Madrid, si no más bien en la sección de arquitectura de la FNAC del Triangle de Barcelona, y me ocurrió poco antes de viajar. Me hubiera gustado incluir un trabajo de Arroyo en esta sección, pero ocurre que lo poco que tiene construido está en su tierra de origen, el País Vasco, por más que su oficina la tenga en Madrid, que tuve la oportunidad de visitar años atrás, con la excusa de orientación para visitar las obras, cuando yo más bien lo que quería era husmear el laboratorio, bastante reducido y que en su momento no eran más que 2 personas y unas 4 computadoras. Un periplo similar me llevó también a las puertas de Abalos y Herreros, aunque en este caso con cita previa, gracias a las migas hechas por mi antiguo jefe con Iñaki Abalos, una de las cabezas del estudio. Allí la actividad se veía mayor y un muy servicial y atento Iñaki me dio las indicaciones para que me dejasen entrar en la obra de la Biblioteca de Usera, que al final no tuve tiempo de visitar. Hasta ahora.

Antes de ello y casi por casualidad, nos dirigimos hacia el pabellón de gimnasia del Parque Retiro, también de esta gente, que ya en proyecto no me entusiasmaba mucho, en persona tampoco. La mayor gracia del mismo consistía en tener una (o más de una?) cancha de tenis descubierta en el techo del gimnasio. Aparte de eso, la cosa pasaba bastante desapercibida. Bueno, tal vez esa fue la intención. Por cuestión de agenda, la visita a Usera me quedó para el último día de estancia y la impresión en este caso si fue positiva. Con un claro bajo presupuesto, y en un parque donde el público es mayoritariamente de tercera edad (hasta zona de ejercicios tienen), el paralelepípedo encuentra su sitio, serial y limpio, solo roto por los planos de concreto que se abren cual puertas, que por dentro posibilitan las inmejorables vistas desde las salas de lectura. Una lástima que la ruta de su obra no la hubiese podido seguir con la visita a la Plaza de Colmenarejo, bastante más lejos de mis cálculos iniciales.

Como el día tocó de bibliotecas, la siguiente parada fue el Archivo General de Mansilla y Tuñón hermana en racionalidad a la anterior expuesta, pero opuesta en lo que a presupuesto se refiere. Bastaba nomás ver las puertas machihembradas de bordes de acero inoxidable, incluso en los baños. Nota en contra que una mujer-sargento te indique de malas formas que con mochila no se puede entrar. Y una pena poder recorrer únicamente la biblioteca, que es tan solo una parte de un complejo bastante mayor, con ese recubrimiento en u-glass como elemento unificante. Y si de Abalos y Herreros hablaba de lo alejado de Colmenarejo, acá tocará lo propio si hablamos de la Musac. Trasladarse hasta León ya hubiesen sido palabras mayores. Aunque la obra ya de por sí puede justificar un desplazamiento de ese tipo.

Ultimas horas y últimas fotos, con motivo del T4 de Richard Rogers. Si me dicen que elija a alguno de los divos del hight-tech, me quedo con este señor, al que pongo sin dudarlo por encima de Foster y el horrible proyectil que le hizo a Londres, o Renzo Piano y sus despóticas leyes impuestas al que quiera entrar a trabajar con él. El no te paga, tu le tienes que pagar a él por el honor que esto significa. Hecha la aclaración, el de turno es un terminal de aeropuerto como pocos, que ayuda a llevar mejor las esperas. Si miro esto y lo comparo con lo que será el nuevo Terminal Sur de Barcelona, en el cual me tocó trabajar en algo nada arquitectónico, no puedo si no apenarme. Habrá que verlo terminado, es cierto, pero luego de haber visto planos y bocetos, puedo constatar que hoy en día si se ve a Ricardo Bofill al frente de un proyecto, esto será sinónimo de naúseas.