"Cuando Fleurtje quede preñada les damos una de sus crías." Yo miraba a la minúscula y juguetona gatita de nuestros vecinos y veía poco probable que tan chiquita ya anduviese en esas lides. El tiempo probaría que estaba en un error. Justo unos días antes de irme de corto viaje a la ciudad que hasta no hace mucho fue mi residencia (o sea, hace algo más de un mes) parió 4 engendros. Fuimos los primeros en ir y los primeros en elegir: el más oscurito, macho, menos dependiente y menos llorón. Bueno, eso en realidad lo fuimos comprobando conforme pasaban las semanas.
Hacía tiempo que teníamos ganas de minino, eso está claro. En Barcelona no se pudo porque, en teoría, en el edificio en el que vivíamos no se permitían mascotas. Digo en teoría porque más de una vez me topé con un vecino paseando a su cachorro y otras veces sentía los ladridos enfurecidos de uno de esos perros chiquitos ladillas a través de la puerta de otro vecino.
Ahora es otra historia. En unos días, Walter llegará para quedarse.
Fé de erratas: Por aquello de no revisar la mercadería con tiempo, no ha sido hasta ayer que, con la primera visita al veterinario, descubrimos que Walter no era tal. Ahora es Nina y ya es un poco tarde para devolverla.
miércoles, julio 16, 2008
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