"Fácil la hago". Me dije luego de varios meses de buscar chamba en "mi rubro" y no salirme nada. Ya iba siendo hora de ampliar la mira y ver cachuelos alternativos. Y una de las primeras cosas que pensé (luego de la utópica idea de trabajar en una tienda de discos) fue en hacer de cartero. Me provocaba algo que no implicase sentarse varias horas delante de una pantalla. Intenté primero con TNT , que es la mayor empresa y la responsable de todo el correo "normal" (léanse cartas, postales y encomiendas varias) y no hubo suerte. Luego alguien me dateó que con esto de la crisis a esta empresa no le va muy bien y ya han tenido varios casos de despidos. Es así que ha salido la competencia a cubrir algunos rubros de la correspondencia. En el caso de la zona por donde me muevo (Zuid Holland, entiéndase La Haya, Rotterdam y alrededores) es el caso de SANDD. Pero en la ciudad en la que vivo no operan directamente. Más bien lo hacen a través de una subcontrata, Stadpost Zoetermeer, que es a donde me derivaron y en donde rápidamente me contactaron y me contrataron para arrancar ipsofacto.
En lo que respecta al trabajo en sí, en teoría son 2 días a la semana los que toca repartir. Pero a esto hay que añadirle 1 o 2 más para dedicarle al conteo y selección de lo entregado. O sea que al final son entre 16 y 18 horas semanales. Eso si, la paga es de risa. Si no fuera porque el trabajo en sí no me desagrada, que es por aquí cerca y que lo hago en la bici, no lo haría. Esto a pesar de que el 95% de las cosas que entrego sean correo basura. Y que cada que tengo que ir a recoger el bulto me siga costando comunicarme en holandés con el personal de turno, en especial con un anciano que parece salido de los Soprano, con anillos, cadenas de oro y demás accesorios. Y que la empresa esta sea medio despelote, al estilo español, y que más bien parezca ser un negocio matriarcal-familiar, con un sistema de contratación que está en los límites de la legalidad. Y que mis colegas repartidores (habré visto a 3) sean jubilados que hacen la chamba (en auto) porque se aburren, además de aumentarle unos reales a lo que cobran por jubilación (que no ha de ser poco). Así que de momento limito mis amistades laborales a los gatos del vecindario, que no son pocos. No así con los canes, aunque eso ya se sobreentienda.
Por otro lado, las casas y sus buzones a las que me enfrento a diario son una historia aparte. En su gran mayoría, los holandeses no son partidarios a tener el buzón al pie de la calle. Lo cual fuerza al ocasional cartero a meterse hasta el portal a través de vallas, cruzando por caminitos muchas veces sinuosos (es increíble la cantidad de chucherías que le pueden meter a un espacio exterior de 2x2!), y repetir el mismo repertorio en la siguiente. Esto por no mencionar a los graciosos que ponen el buzón a la altura de la pantorrilla. O a los que les dio por poner buzones atrapa-dedos. O a los que lo ponen en en el costado opuesto del acceso. Eso sí, felizmente que he empezado con la gracia en primavera y hasta ahora el oscilante clima de la región ha sido benévolo conmigo. Así que, por esta vez, hasta aquí llegan mis quejas.
miércoles, mayo 20, 2009
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