- Me llamo N, tengo 24 años y vivo en La Haya, tengo un hijo de 7, pero no vivo con la madre, aunque mantenemos una muy buena relación...
(¿Y este? ¿Se habrá hueveado, pensando que el entrevistado es el? ¿O será una nueva técnica que el habrá visto en alguna parte?)
-... acabo de volver de Suecia, en donde estuve dos semanas entre las montañas, acampando, cocinando y comiendo a la intemperie, todo un retorno a lo básico, algo que hago por primera vez también, al estilo "survival"...
(Bien por ti)
-...estoy en esta tienda desde antes que abriera (algo más de 1 año), ayudando a darle forma. Antes trabajé en AH (la cadena más grande de supermercados de aquí) desde muy joven, donde además me especialicé en estudios que la empresa ofrece a los empleados que quieran hacer carrera en el ramo...
(pobre, lo único que ha hecho en su vida es trabajar en supermercados)
Luego de unos 10 o 15 minutos de monólogo, a lo cual yo me limité a oir y asentir, N me cede el turno. Le hago una versión corta de mi situación (no, no conté la historia del tren), pensando que todo esto ya lo dije en mis dos entrevistas anteriores, de lo cual mis respectivos interlocutores parecían tomar nota, aunque, al parecer, no las compartieran.
Llegado el momento, N (a quien no dejo de relacionar a O, un compañero del trabajo anterior, igual de rubio y autosuficiente, así como partidario de la ley del menor esfuerzo) me pregunta que qué estoy dispuesto a hacer para que la sección de frutas y verduras de esta tienda sea la mejor de la zona. Me quedo en blanco, aunque la respuesta la tenga clara: ¡Cambiar de proveedor! Porque la verdad, la gracia de esta nueva tienda reside en su presentación y diseño (un amigo me dijo que la gente va ahí a comprar más para ser visto, porque es muy "trendy"), en sus puestos de pescado y panadería, mas no en la sección que me atañe, en donde los productos de la competencia son mejores. Pero eso no se los iba a decir.
En algún momento se añade a la conversa M, con quien me habían originalmente programado y que, junto a N, son los encargados del local en su conjunto. Llegamos por enésima vez al único pero que me pusieron en las anteriores fases de selección: el horario de trabajo (yo solo estoy dispuesto a trabajar 32 horas, repartidas en 4 días, cuestión de mantener turnos para cuidar a la pequeña). Ante lo que N me suelta: "Claro que puedes trabajar 32 horas, pero los días de trabajo son los mismos: 5". Noticia que me coge inesperado y me deja sin piso, algo que N nota de inmediato. Me dieron ganas de increparles, de por qué no me dijeron esto en la primera entrevista. Ellos se limitan a decirme que los que me vieron antes no saben nada y que ellos si, que la idea es filtrar a los candidatos en el camino, porque ellos no tienen tiempo de revisar a tantos. Finalmente, que lo meditarán y me llamarán - una vez más - dentro de una semana.
Mientras hacía mis compras, pensaba en cómo con cada entrevista, mis ganas de trabajar ahí se me habían ido disipando, llegando al final a centrarse en el nada desdeñable salario. Escogía unas naranjas, mientras oía la musiquilla adulto-contemporánea de fondo y me imaginaba teniendo como jefes al dúo dinámico. Nada qué hacer, seguiré en calidad de pobre.
lunes, agosto 13, 2012
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