Para qué negarlo. Tengo fama de tacaño entre mis amigos. Parece que me la he ganado a pulso. Y eso ha de estar conectado a esta fobia que siempre me han causado los bancos. Desde mis primeras incursiones en el mundo laboral, que por algún u otro motivo me obligaron a abrir una cuenta, debo haber cambiado unas 5 o 6 veces de banco (a ver... Continental, Wiese, Crédito, Sudamericano, Interbank... me falta alguno) en la tierra que dejé atrás. Cuando me daba cuenta que estos usureros cobraban más por mantenimientos que el interés que mis cuatro reales daban, cancelaba la cuenta. Que para perder plata, mejor la guardo bajo el colchón. Creo que la única vez que he tenido un monto más o menos significativo fue antes de irme, y lo invertí casi todo en un Master que luego no terminé. Pero eso es otra historia.
Ni que decir de las compras a crédito. En ese aspecto, una pena que un discurso tan interesante en contra de la banca y sus "servicios", como se muestra en la película "Concursante" (Rodrigo Cortés), naufrague ante el exceso de efectos y sobreactuaciones al por mayor. Perdonen la referencia cinematográfica. No puedo con mi genio.
La mudanza en la península y sus correspondientes trámites de legalidad me obligaron también a abrir una cuenta bancaria, por lo que empecé mi investigación de mercado. Recorrido de unos 8 o 10 bancos con el mismo resultado. Cobros por mantenimiento, tarjeta de débito (por esta se paga, por la libretita no) y otras gracias rimbombantes e interés de risa. O sea, pierdes dinero. Son ellos los que te hacen el favor a tí y a los que les cuesta mucho que metas tus ahorros en sus arcas. Pobrecitos.
Empujado por las circunstancias, me tuve que decidir por el más cómodo y obvio, La Caixa, que tiene cajeros cada 20 metros por toda la ciudad, y cuyo servicio de envío de dinero al extranjero funciona bien (aunque eso aparecería después). Pero también, uno de los que cobra más. Todo esto, y aquí la propaganda involuntaria, hasta que apareció ING direct, con su inusual sistema, a alegrarme el horizonte. Nada de cobros, el mayor interés y encima te devuelven un porcentaje de los recibos que domicilias. Será que son holandeses. No sigo que ya parezco esos monigotes de los comerciales de TV. Va a parecer que me están pagando.
Así que chau La Caixa. Pero cuando ya pensaba que me había librado del acoso bancario, el otro día me tocó cobrar un cheque. Por motivos que desconozco, al cerrar contrato con mi empleador anterior, éste tuvo la genial idea de pagarme el medio mes final por esta vía. Como ya conté en el post anterior no trabajo en una zona muy céntrica que digamos (por no decir en el culo del mundo) y los bancos en España solo atienden hasta el medio día (si, en serio) y sábados ni pensarlo. Cuando vi el loguito del Banco Sabadell en el cheque me dije ¡Qué suerte! Creo que la única agencia bancaria a 500 metros a la redonda de donde trabajo es de esa.
Día siguiente, desembarco del bus y de frente a la oficina aquella:
- Hola, vengo a cobrar un cheque
- A ver... mmm... Este cheque ha sido emitido en otra agencia, así que creo que hay cobro de comisión. Déjeme ver...
- ... (cara incrédula)
- Uf, en la Avenida Madrid (traducción= Barcelona, lejos de aquí, obvio que te cobramos so-estúpido). Le descontamos 3 euros ¿Va a querer cobrarlo siempre?
- ... (cara impotente) (segundos de rápido repase de posibilidades: si no cobro ahora, cuándo? a buscar otro Sabadell cerca a casa, si vuelvo del trabajo todo está cerrado, si voy antes aún no abren, y si decido retrasarme en el trabajo a lo mejor igual está la comisión por lo de la otra agencia...)... eee...
- ¿Entonces?
- ... (cara de bronca) ¿¿¿Es qué acaso no son el mismo puto banco??? (obviamente esto no lo dije)... Pues ni modo. (esto si)
Al fin y al cabo ¿Qué son 3 euros? ...mmm
viernes, abril 13, 2007
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