viernes, agosto 17, 2007

En el dolor hermanos

Tengo recuerdos borrosos de la única vez que visité Pisco. Tendría menos de 10 años y fui acomplándome a Tito Flores Galindo y su familia. El desaparecido historiador fue como un tío adoptivo para mi por mucho tiempo. En cada viaje que hacía me traía legos (mi obsesión en aquella época) y libros de aventura (que nunca me gustaron, lo he de admitir). Seguramente fuimos a ver algún museo o algo similar. Pero yo solo tengo fogonazos de recuerdos. Su infaltable escarabajo celeste con las lunas traseras abovedadas, que se pusieron un poco en boga por aquel entonces, en el que fuimos hata allí. Recuerdo un intento de robo o robo consumado, cuando estábamos entrando (¿o saliendo?) de un restaurant, verlo a Tito correr detrás del agresor sin mayor suerte y luego volver. No me acuerdo de la ciudad, ni de la plaza y sin embargo tengo claro haber tomado kola inglesa en el restaurante aquel.

Años más adelante pasé por ahí, en un autobús en pésimo estado y lleno de gente, en mi ruta hacia Arequipa, que sería mi primera parada del primer viaje que hice de mochilero, que duraría 2 meses y me llevaría por Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile. De la misma forma pasé por Chincha y por Ica. En Ica mi hermana trabajó por varios años en la siembra de espárragos. Nunca la fui a visitar, pero ella venía religiosamente a Lima cada fin de semana, 4 horas de ida y 4 de regreso. Paracas siempre quise conocer y, por algún motivo u otro, nunca se dio la oportunidad. Aún tengo por ahí una toalla viejísima con el estampado de un flamenco y "Paracas" al lado. Me hubiera gustado estar cerca a La Catedral, aquella formación rocosa que asemejaba un gran arco gótico. Por Nazca pasé también muy rápido. Me pareció casi una broma que haya en el medio de la nada al lado de la carretera un mirador, que más parece la torre de un salvavidas y que dicen solo te permite ver el dibujo del mono.

El otro día veía en el telediario que había ocurrido un terremoto de 5,1 en la escala de Richter, causando daños en algunas poblaciones de La Mancha y que se había sentido incluso en Madrid y Valencia. Yo lo miraba con media sonrisa, diciéndome para mí mismo, temblores (porque terremoto eso no es) los que hay en mi tierra. Un par de días mas tarde el tiempo me da ha dado la razón de una manera macabra.

1 comentario:

Lupi Evergreen dijo...

Flores Galindo... una suerte haberlo conocido, de hecho.

(Espero q el candelabro haya sobrevivido)