No estaba en mis planes, la verdad. Pero una vez aquí y luego de revisar diariamente los avisos de trabajo de oficinas de Arquitectura, me tope con uno, tal vez el único, que lo hacía en inglés. Así que por ese motivo, aparte de mi afinidad con el trabajo de la oficina (se sobreentiende), me animé a postular a OMA, aunque con poco convencimiento. La razón principal: el ritmo de trabajo con tintes explotadores que de allí deducía. Tal vez si tuviera menos años y achaques a cuestas, este sería un tema menor.
Mi afición musical me llevaba ( y lo sigue haciendo) por Rotterdam en distintas ocasiones para ver algún concierto y la estación donde me bajaba (Hofplein) se sitúa justo al lado de la oficina en cuestión. No importaba la hora que fuera, tarde-noche, media noche o el día (fines de semana incluidos) siempre había luces encendidas y gente dentro del galpón aquel trabajando. Más adelante oiría historias al respecto. Como la de un tipo que luego de pasarse la noche en vela para terminar una entrega, deshecho, volvía a su piso a recuperar horas de sueño y ni bien introducía la llave en la puerta de acceso, le llamaban al móvil urgente para que vuelva a la oficina a ayudar en otro proyecto. O la de aquel otro que amaneciéndose en una maqueta que se tenía que llevar a una exposición al día siguiente, se voló un dedo con la cierra eléctrica y lo tuvieron que llevar de urgencias al hospital. A la mañana siguiente Mr. Rem se aparecía preguntando por su maqueta y al oir el relato del incoveniente surgido, con cara de preocupación, le preguntaba a su interlocutor nuevamente por su maqueta. Y de ese estilo debe de haber muchas.
El caso es que OMA se ha ido expandiendo con el tiempo. A su oficina en Nueva York le han sumado hace poco otra en Beijing y amenaza en caer otra en Dubai. Se adivinan estos dos últimos lugares idílicos, no solo por lo de presupuestos abultados si no, además, por las libertades que un arquitecto pueda tener para diseñar. Es justamente en Beijing donde Koolhaas debería inaugurar este año su edificio icono, el complejo CCTV (televisión estatal china), el mismo de la foto, el mismo que alguna le puso por ahí "the big vagina". Con lo contento que debe haber estado el Mr. de como le estaba quedando el bicho y van unos y se lo queman.
Les contaba que había postulado. Me dijeron que no. Y hace poco lo he hecho de nuevo. Esta vez la negativa la doy por tácita. Y no, no he sido yo quien le ha incendiado el kiosko. Lo juro.
miércoles, febrero 11, 2009
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